Poco tiempo duró el silencio en las calles del Gran Santo Domingo. Aunque nunca se detuvo como tal, tras pasar algunos días donde la tranquilidad y la ausencia de ruido predominaban en sus calles sin importar el horario, las personas han retomado sus actividades y esto se observa en el tránsito, los comercios e incluso en los espacios públicos de recreación.
A cinco días de cumplirse el mes de que el presidente Danilo Medina declaró el estado de emergencia y con este las medidas que mantienen limitado la libre circulación, las personas continúan desplazándose por la ciudad, algunos por necesidad, otros por recreación.
El día para todos, apegándose al toque de queda, inicia a las 6:00 de la mañana, para esa hora ya decenas personas hacen filas en las principales paradas de transporte público (carritos, guaguas, motores), siendo este el único medio para moverse en caso de no tener vehículo propio.
Pasada una hora, se observa como en los alrededores de las sucursales de bancos (aun cerradas) comienzan a formarse filas de personas, que entre guantes, mascarillas y menos de un metro de distancia, se protegen a la espera de que abran.
Caso similar, pero sin la organización de los bancos, ocurre de los mercados ubicados en distintos puntos del Gran Santo Domingo, que desde esa hora las personas dicen presente para comprar y vender toda clase de productos, pero no siempre con las medidas de seguridad sanitaria recomendadas.
Un recorrido realizado por un equipo de este medio, permitió constatar que en los mercados las medidas sanitarias y de distanciamiento social son precarias, tomando como ejemplo que algunos consumidores no toman las precauciones para protegerse, mientras que los vendedores colocan sus productos en lugares de dudable higiene.
Al cuestionar a algunas personas que se encontraban allí sobre si estaban tomando las precauciones para cuidarse, estos le restaron importancia y prefirieron comentar el cambio precios de algunos productos.
Natasha González, una persona que se encontraba comprando comento que le sorprendió la bajada de precio de los plátanos.
“Antes un se encontraba que los plátanos los vendías aquí dentro a 20 y 21 pesos y ahora uno los consigue en 10 y 12, dependiendo la calidad. Pero hay cosas que le han aumentado el precio, como los guantes y mascarillas”, comentó.
Mientras el comercio funcionaba como viento en popa, las calles aledañas reflejaban lo mismo con el tránsito, tanto de personas como vehículos. Y es que la cantidad movimiento de estos se mantuvo en un ritmo constante y elevado, llegando inclusive a generar algunos entaponamientos, al menos hasta el mediodía, cuando los mercados cerraron.
A pesar de que la circulación de vehículos por esas zonas y por resto de la ciudad es inferior, comparativamente con un día regular sin las medidas de emergencia por el COVID-19, la cantidad de personas desplazándose va en contra de todos los protocolos dictados desde el Ministerio de Salud Pública.
Transporte público
De igual manera se iban llenos los vehículos de transporte público, en varias de sus paradas, donde se observó como las personas subían a estos de forma desesperada y amontonándose, al ser la única alternativa.
“Con el metro y el teleférico yo gastaba solo 20 pesos, ahora gastó cerca de 100 luego de que el Gobierno los cerró”, se quejaba Luisa Abreu, cajera de un supermercado mientras conversaba en un carro público con un reporte de Listín Diario.
Caso contrario era la de otra pasajera, que prefirió no decir su nombre, que junto con su hijo y una pelota dijo que iban a un parque “a jugar”.
Así como esta mujer, decenas de personas han optado ignoras las recomendaciones de las autoridades e instalarse en parques y lugares de esparcimiento público, para sentarse, tomar un trago o interactuar con conocidos.
Independientemente de las restricciones o limitaciones, la ciudad y sus habitantes se siguen moviendo y así se mantendrá.
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